Hoy me ha pasado una de esas cosas que son como una prueba. Y creo, solo digo creo, que la he superado. Y además me alegro que haya sucedido en este momento.
Parece ser que mi amiga Lindsay se ha echado novio. Esto me ha hecho reflexionar mucho acerca de los motivos por los que quiero marcharme a Perth.
Intentaré ser breve (porque no tiene sentido alargarse mucho) con unas pocas indicaciones hechas con la mente fría: la primera es que es inmediato el irse, uno cuando lo tiene en mente sabe que esta situación es insostenible se mire por donde se mire. En segundo lugar, uno empieza a mirar sitios donde ir (Munich, Caracas, Buenos Aires, Dublín, Londres...). La tercera es sólo un recordatorio de mi primer post: es una locura pensar que lo hago por Lindsay, esta idea de Perth no se me ha ocurrido de la noche a la mañana, la llevo madurando desde hace varios años, desde que la conocí, mi destino, y solo el mío quedó sellado; y por último, es que es imposible deshacerse de todos estos aspectos emocionales, por muy duro que se sea, por mucha sangre fría que se tenga, sólo pensar lo que uno deja detrás... es un órdago a grande, grandísima.
Esta prueba me ha hecho avanzar un poco más en mi aventura, aunque nadie se lo crea y aunque hoy no haya hecho mucho trabajo de campo, pero el terreno emocional hay que cultivarlo porque mi apuesta es demasiado grande y hay muchísimo en juego, la prueba me ha recordado que no lo hago por Lindsay, que lo hago por mí mismo. La gran aventura de mi vida continúa más fuerte que nunca.
Porque hay momentos en la vida en los que hay que escuchar al corazón.
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